Desde la Amazonía nos escribe la señora Stella Mendoza de Arciniegas.
Nadie aprecia lo que tiene, hasta que lo pierde!
Qué riqueza, ni qué juventud, ni qué fama, ni qué títulos, ni qué linaje, ni qué soberbia. Personalmente descubrí que la salud, "oigase bien", LA SALUD, es el máximo DIVINO TESORO; y lo digo con conocimiento de causa, porque a raíz de los intensos dolores causados por una simple tendinitis que me afectó el brazo dominante, al que a menudo yo misma obligaba a trabajar más allá de su capacidad, al que yo misma soberbia y plena de salud miraba con el "rabillo del ojo" y "por encima del hombro", hoy me tiene confinada e incapacitada dentro de un cuerpo aparentemente sano, como esta pandemia que tiene prisionero (quizá en palacios o en lujosas mansiones) al mundo entero. ¿O será que la Reina Isabel coronada y atiborrada de perlas y diamantes; o la joven, bella, y radiante miss universo; o el bravucón de Trump con todo su poder están exentos de ser contagiados?.
Esta triste coincidencia entre pandemia y dolencia, me han puesto a pensar que mientras personalmente no nos ataque una dolorosa enfermedad que nos impida disfrutar de una vida plena, no valoramos en lo más mínimo la salud. Cómo el mal que hoy nos paraliza es precisamente de salud, no nos queda más, que implorarle al "Divino Sanador", que inyecte primeramente de salud y luego de sabiduría a quienes intentan encontrar el medio más eficaz para contrarrestarlo. En tanto yo haré una pausa, para acatar las recomendaciones y prohibiciones médicas, confiando en que el Señor en su benevolencia plena, me devuelva el "divino tesoro" que me permitirá, entre muchas más cosas, seguir interactuando gratamente con ustedes.
La salud es responsabilidad de cada uno; quédese en casa, lávese bien las manos, use el tapabocas.
Hasta pronto!
Stella Mendoza de Arciniegas
MAYO 19 del 2020 En cuarentena
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