Gracias Dios, ya hoy se termina este mundial de futbol
y volvemos a la realidad.
GRACIAS SELECCION COLOMBIA,
SOS EL CAMPEON DE MI CORAZON
¿ganarán los Pastores Alemanes
o los semidioses sin maradona ?
Sea lo que sea, todo quedará en HISTORIA ...
Fútbol en la Prehistoria ( Wikipedia.)
jueves, 19 de junio de 2014
El fútbol y la literatura
Romance intelectual con la pelota
"El goleador es siempre el mejor poeta del
año", escribió Pier Paolo
Pasolini, en la cumbre del romance entre la literatura y el fútbol.
Jorge Luis Borges fue el encargado de marcar la
divisoria de aguas. Con lapidaria ironía, reformuló el "civilización y
barbarie" sarmientino y sentenció en más de una entrevista periodística
que el fútbol era "una cosa estúpida
de ingleses... Un deporte estéticamente feo: once jugadores contra once
corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos". La
frase hendía el cuchillo en el corazón de la patria futbolera y convocaba al
escándalo.
Durante
décadas —salvo excepciones— ambos mundos sucedieron en dimensiones paralelas.
En forma esquemática podría resumirse de la siguiente manera: los escritores
desdeñaban el fútbol y los futboleros huían de la literatura.
Pero la
segunda mitad del siglo XX sería testigo de una plebeyización de la literatura
—el periodismo fue gran artífice de este proceso— y decenas de literatos se
volcarían a una producción mestiza gracias a la cual el fútbol ya no quedaría
en "orsai" literario. Finalmente, a mediados de los noventa, la
pelota ganó la batalla y hoy se asiste a lo que algunos denominan la
futbolización del universo y de la que no puede escapar ni siquiera el apocado
e íntimo mundo de las letras.
La mala
relación entre fútbol y literatura se inició en 1880 cuando el escritor
británico Rudyard Kipling
(1865-1936) despreció a ese deporte y a "las
almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo
juegan". Y prácticamente desde esa fecha el desencuentro se hizo
sostenido. Sin embargo, el recorrido de una buena biblioteca demostrará que no
faltaron las gratas excepciones: en los años 20, el peruano Juan Parra del Riego y el argentino Bernardo Canal Feijóo escribieron "Penúltimo poema del fútbol" y
Horacio Quiroga publicó "Suicidio en la cancha", un cuento
sobre el caso real de un jugador de Nacional que se pegó un tiró en el círculo
central de la cancha. De aquellos tiempos es el primer relato totalmente
ficcional sobre fútbol en el Río de la
Plata: la novela del francés Henri de Montherlant “Los
once ante la puerta dorada”. En 1923, nada menos que en su melancólico
libro Crepusculario, Pablo Neruda escribió el poema "Los jugadores", y 12 años después,
"Colección nocturna",
incluido en Residencia en la tierra.
Durante el primer medio siglo hubo escasos coqueteos de la literatura con el
fútbol —una aguafuerte de Roberto Arlt
sobre el Seleccionado Nacional y poco más—; quien entró a saco lleno en el tema
fue el uruguayo Mario Benedetti con
su ya célebre cuento "Puntero
izquierdo", escrito en 1955, y publicado en el libro Montevideanos.
El llamado
boom de la literatura latinoamericana se acercó al mundo del fútbol, no sólo
desde la escritura sino también desde las tribunas. Ya por aquella época había
salido del placard un gran número de escritores que se reconocían como hinchas
de fútbol: el poeta gaditano Rafael
Alberti —quien escribió "Oda a
Platko", dedicada al arquero húngaro del Barcelona—, Miguel Hernández, Miguel Delibes, Manuel
Vázquez Montalbán, Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, Jorge Amado, Augusto
Roa Bastos, Ernesto Sabato, Rubem Fonseca, Mario Vargas Llosa, Julio Ramón
Rivadaneyro y Alfredo Bryce Echenique.
A partir de
los años 60 y 70 la lista de escritores que se animaron a escribir sobre fútbol
se acrecentó considerablemente: el poeta brasileño Vinicius de Moraes escribió un célebre poema al puntero Garrincha,
el español Camilo José Cela, sus Once cuentos de fútbol, el mexicano Juan Villoro, un texto sobre el
maracanazo —el día que Uruguay le ganó a Brasil la Copa del Mundo en el estadio
Maracaná— titulado El hombre que murió
dos veces, Humberto Constantini,
su relato "Inside izquierdo",
y Leopoldo Marechal, elige la
tribuna de un River-Boca para lanzar la batalla del protagonista de Megafón o la guerra. Mientras tanto, en
Europa, el austríaco Peter Handke
ponía la piedra basal con su novela La
angustia del arquero frente al tiro penal —que poco habla de fútbol, es
verdad— pero tiene una de las definiciones más bellas de ese instante crucial
en un partido.
Los años
ochenta marcaron el fin de la separación entre el fútbol y las letras en la Argentina. Y eso
ocurrió de la mano del periodismo gráfico: Osvaldo
Soriano, Roberto Fontanarrosa y Juan Sasturain se convirtieron en la
delantera implacable que se abocaba a escribir sin tapujos ni complejos sobre
fútbol, primero desde las crónicas de prensa y el humor y, finalmente, desde la
literatura.
Tomado del blog. de Beatriz Chabrera Marchisone, -Argentina
www.el ortibar.org.
Tomé un fragmento para Noti Poemas Telepolvero.
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