miércoles, 19 de febrero de 2014

LA VENTANA DE LAS OCHO . Miguel Oviedo Escritores-







LA VENTANA DE LAS OCHO
VI
Xiom se separó de él y lo miró un momento. Wilson aprovechó ese momento para mirar a su alrededor, la tomó de la mano y la llevó hasta el sillón que estaba junto a la puerta. Se sentó y tiró de la muchacha para que cayera sobre él, Xiom lo besó, ya totalmente inconsciente acerca de lo que hacía, lo único que sabía era que quería que Wilson hiciera lo que tenía ganas de hacer.
Xiom se escuchó a sí misma, nunca antes había presagiado lo que estaba sintiendo, además, siendo ella tan pudorosa, esta vez no pronosticaba la intromisión de Wilson en su cuerpo. Es más, antes de darse cuenta, acabó por acomodarse el vestido y colocarse a horcajadas sobre Wilson para besarlo en los labios y empezar a jugar con él. Repartió besos desde su cuello, pasando por su pecho y cuando llegó a su cintura, lo miró, traviesa, y con una sonrisa, le abrió el pantalón. –Wilson susurro–
–Hazlo. ¡Mujer! ¡Hazlo de una vez!
Lo había adivinado en su mirada, Xiom estaba tan excitada como él y se moría de ganas lo miró. Respiró profundo, bajó la cabeza, podía sentir la excitación en todo su cuerpo. Ella quería eso más que nada en el mundo y él estaba esperando que le hiciera sentir el placer que por tanto tiempo los dos se habían negado.
Wilson respiraba agitado, le acaricio la espalda se levantó y un abrazo fuerte se fundió, con la mujer por la que tanto había esperado. Imprevistamente, se alejó de ella que lo miró sorprendida y buscó su boca. La besó repetidamente mientras la hacía volverse de espaldas como se lo había imaginado en tantas ocasiones.
Xiom gimió con los brazos en torno al cuello de Wilson. El vestido, ahora enroscado a su cintura le molestaba por lo que, con la mano que tenía libre, el hombre se lo bajó muy despacio y lo sacó por sus piernas para arrojarlo lejos y que sólo quedara la piel entre ellos.








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                                                Santiago de Cali, 19 de febrero del 2014

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